La hiperinflación alemana


Tras la Primera Guerra Mundial, el bando perdedor se deberá enfrentar a numerosas indemnizaciones, para así poder permitirse reparar los daños causados por la propia guerra. La potencia del eje central que saldrá más perjudicada, será Alemania, como principal potencia y la que causó más estragos y muertes de las potencias que no consiguieron vencer.

Estas indemnizaciones serán recogidas en el Tratado de Versalles, firmado por más de 50 países, el 28 de junio de 1919, y entró en vigor el 10 de enero de 1920. Obligando así a las potencias perdedoras del conflicto bélico a acabar con todo su ejército, armamento y maquinaria militar. Además, deberían ceder gran parte de sus territorios y sobre todo, pagar indemnizaciones monetarias desorbitadas, con respecto a la capacidad monetaria de los países. 

Esto se debía a que las potencias aliadas necesitarán grandes cantidades de dinero para abastecer la deuda millonaria con Estados Unidos. El cuál se aprovechó de la necesidad de las potencias europeas durante la guerra, para conceder préstamos. Y una vez acabada la guerra, será muy exigente para la devolución de estas. Gracias a esa colaboración estratégica serán capaces de enriquecerse aún más. Esto provocará el desacuerdo con muchas potencias.

Por otro lado, Alemania no dispondrá de las suficientes divisas, ni del suficiente oro para hacer frente a las indemnizaciones. Además de las complicaciones añadidas al perder enormes cantidades de territorio y de ingresos por parte del Estado. Se empezaba a manifestar el terrible déficit público al que se enfrentaba Alemania, y decidieron comenzar con la emisión descontrolada de billetes, aún insuficiente para responder a sus deudas. Y provocará un aumento inicial a los precios, y se tratarán de aumentar los salarios para compensar la caída del ahorro. Pero solo se conseguirá aumentar los costes de producción, y con ello el aumento, nuevamente, de los precios. Con una descompensación espeluznante de la balanza de pagos, el valor otorgado al marco alemán caerá en picado. Esta propia depreciación del valor de la moneda implicará que, a pesar de aumentar la demanda de productos alemanes, se verá perjudicado por la exportación de capitales y el aumento de precios de las importaciones. Retroalimentando la subida de precios de los productos, y con ella la propia inflación.

Alemania frente a esta situación de crisis, para tratar de controlar su hiperinflación donde un dólar estadounidense podía llegar a valer entre 3,5 y 4 millones de marcos alemanes, en noviembre de 1923, crearán una nueva moneda, el Renten Mark, para sustituir al marco, con respecto a los inmuebles del país. Y se tratará de solucionar el problema, con la vuelta al patrón oro, con sus respectivas limitaciones, pero permitiendo al país salir de la situación de déficit tan perjudicial para su economía.

Pero en 1924, se implantará el Plan Dawes, el cuál nos muestra que mediante la introducción de divisas extranjeras se consiguió reactivar la recuperación de la economía, y ayudar a Alemania a convertirse nuevamente en la potencia económica que era previamente.


 

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